Si hay una película Disney que me gustó en mi más tierna infancia, esa fue "La Sirenita". Soy de las que creen que algunas películas de princesas dirigen a los niños mensajes poco apropiados respecto a la imagen y a algunos conceptos más. Yo creo que estamos destinados, sea cual sea nuestro sexo, a ser dueños de nuestras vidas sin depender de una pareja que nos diga lo que tenemos que hacer. Dicho esto, considero que películas como "Brave" (de la que hablaremos en unos días), "La bella y la bestia" (donde la protagonista era una "bella" particular por ser culta y saber ver la belleza del interior), o "La Sirenita", no mandan mensajes erróneos a los niños, todo lo contrario, pues lo que profesan es el creer en uno mismo y hacer todo lo que esté en nuestra mano para alcanzar nuestros objetivos, aunque a priori parezcan imposibles. En el caso de "La Sirenita", la tenacidad y a veces un poco la obstinación de la princesa, la dirigen directamente hacia su mayor ilusión. No es que esté en contra de otros formatos de princesas Disney, pero pienso que hay cosas más importantes que terminar casándote con un príncipe, o ser la más guapa de todo el Reino.
"La Sirenita" es una de las historias de la que más orgullosa se siente la industria Disney. Era un proyecto que llevó muchos años en acabarse, y el resultado bien mereció la pena. Ariel, es una de las muchas hijas del rey Tritón, el soberano del mar. Ella es indiscutiblemente la favorita de su padre, entre muchas cosas por su magnífica voz. El mundo del mar y el de los humanos se mantienen totalmente alejados uno del otro, sobre todo por el temor que se tienen mutuamente, pero Ariel, siente una fascinación enorme por todo lo que rodea a los humanos. Tiene un escondite donde acumula cientos de objetos que encuentra en barcos hundidos. Su mayor ilusión sería la de poder conocer a las personas, hasta un día que se arma de valor y sube a la superficie a descubrir cómo son en realidad. Ese día se quedará prendada del príncipe Eric, al que salvará de un naufragio y al que dejará totalmente obsesionado por su canto. Su padre termina descubriendo el amasijo de objetos que ha ido coleccionando y lo destruye con su poder. Es entonces cuando la bruja Úrsula, un pulpo perverso que anhela el poder que tiene el rey Tritón sobre el océano, engaña a Ariel con promesas de ayudarla a conseguir ser una humana a través de uno de sus encantamientos. Ariel cae en la trampa, pero junto a sus amigos Flounder, Scuttle y el cangrejo Sebastián conseguirá romper el hechizo y además recuperar la relación con su padre haciéndole entender que cada uno ha de seguir su propio camino.
Si os digo que me sé todito el guión de memoria después de tantos años que han pasado, porque me pegué días y tardes viendo esta película sin parar, ¿me creeríais? Es de esas películas que no me importaría volver a ver estas Navidades. El argumento es profundo, los personajes están muy bien definidos, la banda sonora (que se llevó dos Oscars de la Academia) es una maravilla, una preciosidad, y las lecciones que ofrece (tales como que los padres pueden ser a veces tozudos y equivocarse pero no porque sean malos sino porque nadie es perfecto y que a veces cuando se quiere demasiado a una persona terminas sobreprotegiéndola y haciéndole daño, o el evitar fiarse de quien te vende las cosas bonitas, como hizo la bruja Úrsula) me parecen lecciones de vida muy útiles.
Amiguitos, esta película es del 89 y todavía me sigue emocionando. "Quiero formaaaar parte de éeeeeeel"
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